El primer mecanismo sincronizador práctico, aunque lejos de ser fiable, que entró en servicio fue instalado en los cazas monoplanos Fokker Eindecker que entraron a formar parte de los escuadrones de la Luftstreitkräfte a mediados de 1915. Previamente, Anthony Fokker había examinado con todo detalle el dispositivo ideado por Roland Garros para disparar a través de la hélice. Básicamente era un protector de acero que blindaba las palas y si algún proyectil lo golpeaba salía despedido en cualquier dirección. El sistema era muy rudimentario y peligroso para el piloto, pero no funcionaba del todo mal.
Fokker no había visto en su vida una ametralladora y pidió que le prestaran una Parabellum para estudiar con detalle el mecanismo de disparo. Después de su inspección en Berlín regresó a Schwerin. La ametralladora que había pedido llegó un martes a las cinco de la tarde a su fábrica. Inmediatamente se le ocurrió la solución al problema: la hélice tendría que encargarse de disparar la ametralladora. En 48 horas de trabajo, día y noche, Anthony Fokker concibió la solución y construyó un prototipo que funcionaba perfectamente. La hélice giraba a 1200 vueltas por minuto y como tenía dos palas, por un punto fijo pasaba una pala 2400 veces cada minuto. La ametralladora solamente podía disparar 600 balas por minuto por lo que tuvo que hacer un ajuste, pero el sistema era relativamente sencillo: un botón que giraba con la hélice actuaba una leva que transmitía el movimiento al percutor de la ametralladora. De esta forma era la hélice la que efectuaba los disparos cuando quedaba un espacio libre entre las dos palas.